sábado, 25 de diciembre de 2010

Y POR ÚLTIMO, LA POLVORONÁ



Tal como se había programado, un grupo numeroso de socios acudió a la sede a las 20:00 con las viandas y dulces navideños mas o menos clásicos (siempre hay interesantes innovaciones que dinamizan las tradiciones), aprovechando unos momentos de tregua del temporal de lluvia y viento que ha caracterizado estos días de adviento religiosamente hablando.
El esfuerzo implicado por el mal tiempo, amén de la dificultad inherente a estas actividades extra-hogareñas en unas fechas complicadas como las de finales de diciembre, hace más meritoria que en otras épocas del año la voluntad de los socios participantes por mantener viva esta Casa mediante la asistencia a los actos programados, lo que el Presidente no deja nunca de agradecer de manera explícita en todas las ocasiones.
Esta vez se aprovechó la circunstancia de su presencia en la localidad para rendir un pequeño homenaje a la madre de una de las socias, una señora que este mismo mes ha cumplido cien años y que afortunadamente disfruta de unas condiciones físicas y mentales excepcionales para lo avanzado de su edad. Esta señora, aunque natural de la Axarquía malagueña, casó con D. José Claros Gallardo, paisano suyo pero criado en Ceuta desde muy niño, y residió durante treinta y nueve años en nuestra ciudad, donde también nacieron sus hijos. Doña Antonia González Martín, efectivamente vivió en Ceuta desde 1933 hasta 1972 cuando, tras la muerte de su marido y regentar como consecuencia y durante cuatro años el Hotel Alambra, propiedad del mismo, volvió a Málaga para hacerse cargo de otro establecimiento del mismo sector, ubicado en Málaga capital, zona de la Malagueta, a cuyo frente continúa como propietaria del mismo. Se trata por lo tanto de una trabajadora infatigable de esas cuyos méritos no son reconocidos por las instituciones estatales. Se le cantó “cumpleaños feliz”, se le hizo soplar las velitas clavadas sobre las tres cifras indicativas de su aniversario en la tarta correspondiente y se le felicitó cordialmente por parte de todos los asistentes a la celebración.
Tras entonar numerosas canciones propias de las fiestas navideñas, especialmente aquellas típicas de la Ciudad Autónoma, que tantos recuerdos nos traen consigo, acabar con los postres tradicionales y –cómo no- brindar por nuestra patria chica, a recoger enseres , manteles, desmontar mesas y guardar sillas y hasta el próximo enero que reanudaremos las actividades en la sede.

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