Este año la noche no fue la más idónea,
pues el tiempo meteorológico no ayudó a su celebración a pesar del interés que
pusimos los que asistimos, el poniente fuerte que hizo su presencia a la caída
de la tarde, mandó al traste el que se pudiera estar en la playa hasta la
medianoche y escenificar el ritual que las señoras asistentes habían acudido
con la sana intención de llevarlo a cabo.
En resumidas cuentas, nos hicimos las
fotos para el recuerdo de los pocos asistentes que estuvimos y acto seguido nos
dispusimos a sacar los aperitivos y cenar al fresquito.
A su término y tras una votación ganó la
retirada, dado que el frio había hecho tiritar a más de uno o una, no sin antes
observar que éramos los únicos que estábamos en la playa de La Cortadura en una
visión lineal de dos kilómetros.
Esperemos que el próximo año tengamos
más suerte y se pueda celebrar con todo el boato que merece la ocasión, amén de
que seamos algunos más.
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