Ya teníamos
conocimiento por los expertos en meteorología, que estuvieron más de una semana
avisando de lo que se avecinaba, que el día en cuestión no iba a ser esplendido
para que luciera el sol en su zenit, y efectivamente el día dio al traste con la
fiesta lúdica por antonomasia, que festejamos todos los caballas.
Nos referimos al Día
de la Mochila que como cada año el día 1 de noviembre, festividad de todos los
Santos, nos vamos al campo a pasar el día con las talegas repletas de frutos
secos y frutas del tiempo y con ello rememoramos aquella parada para el descanso
que hacían nuestros abuelos en la zona del Monte Hacho y aledaños, a la vuelta
del camposanto de dónde venían de adecentar y ornamentar las tumbas de sus
seres queridos.
Pues bien, este año
ha estado la festividad “pasada por agua” y acompañada de aparato eléctrico,
aunque ya estaba anunciado no nos cogió de sorpresa por lo indicado
anteriormente de que el día así amanecería.
Muchos fueron los
que tras llamadas telefónicas a los directivos, indicaron su no asistencia o
mejor dicho, preguntaba si se iba a celebrar y la no intención de asistir a
lugar de encuentro, aunque a mediodía, solo soplaba un fuerte viento de levante
y sin lluvia.
Nos fuimos al lugar
de la concentración algunos directivos, ya que debíamos cumplir con lo
programado en el cuadro de actividades y podría ser que algún socio apareciera,
pero para nuestro asombro, solo nos presentamos la mayoría de los directivos junto
con el presidente y todos con sus respectivas esposas.
Total, tras una
espera que fue de media hora, por aquello de dar un tiempo de cortesía, optamos
por dar por finalizada la reunión y dejar sin efecto este año la celebración
del Día de la Mochila.
Es justo decir que
el día siguió empeorando desatándose un fuerte viento y con lluvia torrencial.
Esperemos que el
próximo año nos acompañe un mejor tiempo meteorológico, y podamos pasar una
jornada de convivencia como es el resultado de esta celebración, no sin antes
en la programación de las actividades, insertaríamos una nota como en los
carteles de las corridas de toros “…y si el tiempo lo permite”, con lo cual no
estaríamos al pairo como esa mañana del 1 de noviembre de 2015, aunque se
tendría que sopesar quien consideraría que el tiempo fuera bueno, regular o
malo, para acudir.
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