jueves, 2 de noviembre de 2017

UN AÑO MAS, FESTEJAMOS LA MOCHILA

Efectivamente, el miércoles uno de noviembre, día de Todos los Santos (los "tosantos", como popularmente se le denomina en Cádiz), festividad religiosa unida en nuestra Ceuta natal a la tradición de "La Mochila", la Casa de Ceuta en esta Bahía de Cádiz, siguiendo su norma de celebrar las fiestas tradicionales ceutíes a la usanza de la patria chica, concentró a un grupo de socios especialmente entusiastas de las costumbres de la antigua Septem Fratres para disfrutar de una jornada al aire libre y en lugar arbolado, como se viene haciendo en Ceuta desde tiempo inmemorial.

 Al igual (o casi) que el año pasado, se eligió un pinar de los varios existentes en el término municipal de Chiclana de la Frontera, en el Poblado de Sancti Petri, muy próximo a una de las muchas playas que el litoral chiclanero ofrece a naturales y foráneos, los miembros del grupo adheridos a la actividad, que estaba programada también como siempre, y tras una concentración previa en un punto de todos conocido al objeto de evitar despistes para aquellos poco expertos en tales andurriales, puesto que el desplazamiento, también como siempre, era a base de vehículos particulares, lo que obviamente limita mucho las libaciones de los conductores, pero todo sea en aras de la economía asociativa.

Tras disponer mesas y sillas playeras, todavía muy a mano dada la tardanza en la llegada del otoño atmosférico, y dada la hora alcanzada después de todo lo relatado anteriormente, se procedió a cubrir las mesas citadas con todas las viandas aportadas por el colectivo, junto con las bebidas refrescantes correspondientes, cuyos colores iban del amarillo pálido al rojo violáceo y, sin solución de continuidad, se comenzó a dar buena cuenta de ellas, demostrándose una vez más el buen apetito de los allí congregados. Al final de la pitanza, y para seguir la tradición, exhibición de las “talegas” aportadas por las señoras, algunas bordadas hace algunas décadas, y reparto de frutos secos típicos de temporada, y una vez entonadas algunas coplillas propias de la ocasión, un paseíto por el pequeño acantilado próximo y playa solitaria que invitaba al mismo e incluso baño de uno de los participantes, conocedor del litoral en concreto donde nos hallábamos.

Una vez se volvió al campamento, fotos de familia y recogida de muebles playeros y otros enseres para embarcar en los correspondientes turismos para la vuelta hacia Cádiz, despedidas mediantes y recordatorio de las actividades próximas para los mas olvidadizos. Hasta el año que viene, D.m.

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